"No pinto el ser, pinto el pasar", dice Montaigne (Ensayos, III, 2), tal vez recordando a Heráclito. Todo está de paso por este lugar: lo mostrado, quien lo muestra, quien lo ve. Al fondo, la montaña Huangshan, en el corazón de China, por donde anduve deambulando hace unos años. Y conste que, si el título de este cuaderno está en francés, es solo porque en español ya estaba ocupado. En realidad, esa imagen, la montaña vacía, es un lugar común del taoísmo. ¿Y no son estos cuadernos, al fin y al cabo, un lugar común por donde todos transitamos? Lugares comunes, lugares ocupados, lugares vacíos.

jueves, 16 de agosto de 2012

It was 50 years ago today (16.8.1962)


Hace hoy cincuenta años, el 16 de agosto de 1962, el joven y apuesto Pete Best, batería de los Beatles, se dirige a media mañana a la oficina que el manager del grupo Brian Epstein ocupa en su tienda de discos NEMS, en el centro de Liverpool. Allí ha sido convocado para hablar de algo que él presume referente a asuntos de gestión. Best ignora que su vida está a punto de cambiar de rumbo; o mejor dicho, que su vida va a cambiar para siempre por no seguir su rumbo previsible. Acaba de cumplir dos años con los Beatles, desde que el 12 de agosto de 1960, la víspera de la marcha del grupo a Hamburgo, fuera contratado a falta de batería fijo. Pero su relación con ellos venía de más atrás: un año antes de esa partida, los entonces Quarrymen, sin batería ninguno, habían inaugurado el Casbah Coffee Club, un local de música en vivo habilitado en el sótano de la casa de Mona Best, madre de Pete y a la sazón pareja de Neil Aspinall, que ya entonces era el conductor de la furgoneta. Con Pete los Beatles se han curtido en Alemania y han cosechado un éxito creciente en Liverpool y el Merseyside. Los hitos principales de su progresión son muy recientes: el 6 de junio han realizado, en la sede londinense de EMI, una sesión de grabación de prueba (en ella Best ha tocado la batería en la primera versión hoy audible de “Love Me Do”); y en julio Epstein ha firmado con EMI el ansiado contrato discográfico.

La tienda NEMS en los años 60
El edificio cuando lo fotografié en 2007

Por una vez, los testimonios directos de la entrevista (claro está, los de Epstein y Best) coinciden en lo esencial. En sus memorias, Epstein despacha el asunto en cuatro líneas, tal vez como sentía que lo había resuelto en la realidad; Best, en sus diversos relatos del episodio, apunta detalles de ambiente y situación, como corresponde a una observación mucho más atenta a todo lo que pueda contribuir a elucidar un momento de tal trascendencia. El caballeroso manager está tenso y extraño cuando recibe al muchacho; tras unos pocos rodeos, le suelta a bocajarro que sus compañeros han decidido desprenderse de él y poner en su lugar a Ringo Starr, colega y amigo que todos conocen. Preguntado por el motivo, responde que consideran (los músicos, no él) que su forma de tocar la batería no está a la altura del grupo. Best niega tal cosa, pero de nada sirve: la decisión ya ha sido tomada; Ringo (que esos días se halla tocando con su grupo en un campamento de vacaciones y ha sido consultado por teléfono) ha aceptado la oferta y empieza a tocar dos días después; solo piden a Pete que tenga el gesto de cumplir los compromisos restantes hasta la sustitución. Aturdido, como si le hubieran soltado un puñetazo, Best balbucea que sí, que vale, que lo que quieran. Y se va. Para siempre.


Con el paso de los años, Best ha referido hasta la saciedad, en entrevistas, libros y programas de televisión, lo que hizo aquel día: con quién habló y cuánto bebió, cómo comunicó la noticia a su madre y rompió a llorar; después, sus angustias, su asunción de aquel revés traumático; sobre todo, su perplejidad por el silencio sepulcral, eterno, de los antiguos camaradas; por último, su aceptación de los hechos, su lectura moral, con la apreciación madura de la vida sencilla que fue la suya, alejada de éxitos, idolatrías y millones, pero también de turbulencias y abismos. No le salió gratis alcanzar esa serenidad: varias depresiones y un intento de suicidio. Ahora bien: si lo sucedido en la entrevista como tal parece diáfano, cosa muy distinta puede decirse de las razones subyacentes a la decisión, muy drástica si se consideran los antecedentes de Pete con los Beatles. Es este uno de los enigmas mejor guardados de la historia del rock, pese a haber sido escudriñado a conciencia; un enigma que hoy solo una persona, Paul McCartney, podría esclarecer si quisiera. Se ha elucubrado sin fin sobre ello y, en definitiva, solo cuatro factores parecen revestir verosimilitud. Dos son los esgrimidos por los responsables de la decisión; otros dos son los nunca confesados y acaso inconfesables.


Según Epstein, los otros tres Beatles le pidieron que echara a Pete porque no les gustaba su forma de tocar la batería. Dudoso: llevaban dos años tocando juntos, habían grabado en Hamburgo un single muy digno con Tony Sheridan y las cosas iban bien. Como instrumentista, Best era mediano, pero también lo eran entonces los demás (exceptuado Paul, el más versátil e instruido). Si se atiende a las grabaciones, su aportación no desmerece del sonido global del grupo; e igual que todos mejoraron podía mejorar él. Cierto que el productor George Martin, tras la sesión del 6 de junio, había indicado que no estaba satisfecho con la batería y que para la siguiente sesión contrataría a un músico de estudio, cosa que no hizo; pero el propio Martin se ha hartado de repetir que esto era algo frecuente y normal, y que no suponía en absoluto la necesidad de sustituir a Pete como miembro de la banda. De hecho, Martin emitió el mismo juicio cuando, una vez expulsado Pete, oyó tocar a Ringo el 4 de septiembre, y por eso contrató a Andy White para la sesión que tuvo lugar una semana después. La otra supuesta razón radicaría en su personalidad: Pete, según este reproche, sería un tipo retraído y taciturno, que no participaba en el ambiente desenfadado y jovial reinante entre los Beatles. Se ha citado como ejemplo de su supuesta falta de integración el hecho de que no cambiara su peinado por el famoso flequillo y mantuviera su tupé. Pelambreras aparte, el argumento de la falta de empatía es falaz: en primer lugar, quien esto escribe sabe por experiencia que el batería suele ocupar un lugar alejado y discreto, un espacio de fondo (en esto, las maneras dicharacheras de Ringo fueron una excepción); en segundo lugar, parece que Pete, en efecto, alimentaba desde ese segundo plano una imagen algo circunspecta y distante, pero es obvio que esta, lejos de menoscabar su atractivo, lo potenciaba muy notablemente; por último, todas las fotos espontáneas de aquellos años lo muestran en actitud de plena camaradería, partícipe de cervezas, cachondeo y calaveradas.

Los dos motivos inconfesables no tienen nada de original: son la competencia personal y el dinero. Pete era el Beatle más guapo, el que más gustaba a las chicas. Aunque los favores femeninos no escaseaban para los demás, la gran popularidad de Best (casi como subrayada por su propio apellido) podía resultar desventajosa para alguno de los egos que empezaban a desatarse... Por increíble que pueda hoy parecer, en aquel momento el atractivo físico de Best podía, por imperativos comerciales, granjearle una posición de liderazgo, ya que entonces era normal que en los gurpos musicales hubiera una figura central: riesgo más que vertiginoso para John y Paul. El otro motivo, el más delicado y determinante, viene dado por los problemas legales y económicos que, en vísperas de la comercialización de los discos, podía plantear la relación con Mona Best, la madre de Pete. Antes de aparecer Brian Epstein, y gracias a su condición de dueña del local Casbah Coffee Club, Mona había actuado en cierta medida como manager de facto del grupo, organizando el calendario y la intendencia. Todavía en 1962 era frecuente que Brian y ella concertaran remuneraciones, contratos, elección de los lugares para las actuaciones… Mona era una especie de segundo manager en la sombra y, de cara a la fase comercial que se iniciaba, esa figura era incomodísima. De modo que el sacrificado habría sido su hijo, sin vacilaciones, en el momento crucial: cuando, por decir así, la cosa iba en serio. El pacto de silencio y el apego unánime a una versión oficial casan bien con esta motivación.

Cambio de imagen, del cuero a los trajes, entre dos sesiones fotográficas
promocionales: diciembre de 1961 y junio de 1962. Pete mantiene su tupé.

Mona y Pete Best
La casa de Mona Best, sede del Casbah Coffe Club

En suma, todo parece indicar que el juicio adverso de George Martin sirvió esencialmente para justificar y dar carta de naturaleza musical a una decisión que solucionaba de un plumazo, en un momento crítico y para los principales protagonistas, diversos y escabrosos problemas que nada tenían que ver con la música. Con la incorporación de Starr al grupo en la actuación de ese mismo sábado, 18 de agosto de 1962, se cerrará el final del comienzo. Nosotros, con nuestra perspectiva, no podemos disociar de la música de los Beatles la percusión entre abrupta y premiosa de Ringo, en la que predominaron la sencillez y la discreción, pero que conoció momentos de enorme complejidad y brillantez, particularmente en los álbumes Revolver (1966) y Sgt. Pepper (1967). No hay por qué dudar que cualquier baterista de mediana aptitud y cierta capacidad de adaptación, como era Best, habría acompañado con pertinencia la música del grupo hasta ese punto de su avance musical; lo que ya resulta menos probable es que cualquier baterista hubiera evolucionado hacia las cotas que alcanza Starkey en sus momentos de esplendor: la fuerza acerba de “Taxman”; la somnolencia de “I'm Only Sleeping”; el ensamblaje desconcertado y tambaleante de “She Said She Said” y “Rain”; la fuga alucinatoria de “Tomorrow Never Knows”; la trepidación visionaria de “Strawberry Fields Forever”; las figuras caligrafiadas, casi habladas, que pespuntean la escalofriante narración de Lennon en “A Day In The Life”; la exacta profundidad de la percusión en Abbey Road (1969)… Pero si todo ello es ahora materia de pura especulación, más aún lo habría sido en aquel verano de Liverpool, hace hoy cincuenta años.


2 comentarios:

  1. Claramente el más guapetón. Resulta verdaderamente traicionera y rastrera la forma en la que se lo quitaron de encima. La incómoda presencia de Mona me parece la razón de más peso.
    Mavi

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